San Jerónimo
1643. Óleo sobre lienzo, 104,3 x 84 cm. Sala 018San Jerónimo fue uno de los santos más populares de la España del Barroco, ya que servía para insistir en uno de los temas favoritos de la iglesia contrarreformista: la doctrina del arrepentimiento y la penitencia. En esta escena se encuentra escuchando el toque de trompeta que ha de convocar a los muertos el día del Juicio Final. El Juicio se representa en la estampa del libro que aparece abierto y reproduce una conocida imagen de Durero. Una pluma y un tintero dan fe de la dedicación de san Jerónimo a la escritura, y la calavera sobre el libro cerrado es símbolo de penitencia. Aparte del valor que tienen estos objetos como elementos característicos de la iconografía del santo, constituyen magníficas pruebas de la dedicación de Pereda al género del bodegón, en el que su técnica precisa, su capacidad de inventiva y su amor por el detalle le hicieron alcanzar unas cotas de calidad muy altas. En concreto, calaveras y libros eran habituales en las llamadas vanitas, un subgénero del bodegón que invitaba a reflexionar sobre la caducidad de los bienes, glorias y ansias terrenales, y del que Pereda fue el principal maestro español de su tiempo.
Además de cultivar el bodegón, Pereda fue un pintor versátil desde el punto de vista temático, poseedor de notables recursos técnicos, que expresa en un estilo caracterizado por el amor al detalle y a la precisión descriptiva, y por el gusto de una gama cromática generalmente cálida. Esta pintura, que se cuenta entre sus obras maestras, ilustra bien las coordenadas que definen el estilo de la parte central de su carrera. El esquema compositivo general, que se resuelve en una poderosa diagonal, y la construcción anatómica, derivan de José de Ribera, quien difundió este tipo de modelos a través de pinturas y de estampas. Por su parte, la ilustración del libro, como se ha señalado, es un homenaje a Durero y a la pintura nórdica, que fue una de las fuentes de inspiración del arte de Pereda. No obstante, el artista supo fundir esas influencias en un estilo muy personal en el que combina preciosismo técnico con un notable gusto por el color y las texturas.
El Prado en el Hermitage, Museo Estatal del Hermitage: Museo del Prado, 2011, p.142-143