¡Duro es el paso!
1810 - 1814. Sanguina sobre papel verjurado, oscuro, 151 x 207 mm. No expuestoLas escenas con ejecuciones constituyen uno de los grupos temáticos de mayor relevancia en la serie. Al importante número de estampas dedicadas a mostrar estas formas de represión y extrema violencia —Desastres 14, 15, 26,28, 29, 31 y 39—, se añade que entre ellas se encuentran algunas de las imágenes más impresionantes por su expresividad y perfección formal, y miradas en conjunto ofrecen un amplio panorama de la terrible diversidad de modos de ejercer la represión en ambos bandos. En ¡Duro es el paso!, como en tantas otras escenas de Goya, existe una ambigüedad semántica que permite interpretarla desde diferentes puntos de vista, tal y como el análisis de su historiografía demuestra. ¿Quiénes son los ahorcados, afrancesados o guerrilleros españoles? Los primeros comentaristas, como Mélida y Brunet, interpretaron la estampa como una ilustración de las ejecuciones de los colaboradores del canónigo Calvo a manos de las autoridades españolas tras las matanzas de franceses que éstos cometieron en Valencia en 1808; posteriormente Dérozier encontró referencias a los ajusticiamientos de afrancesados producto de los juicios sumarísimos que tuvieron lugar en los pueblos y ciudades españoles tras el levantamiento de 1808 ; y más recientemente se ha puesto en relación con los decretos franceses publicados en 1809 por los que se establecían tribunales para castigar a los guerrilleros españoles y a sus colaboradores (Vega 1992, pp. 33-34). En este último sentido la estampa no sería una imagen descriptiva de unos hechos sino una crítica hacia aquellos sectores tradicionales de la sociedad española que quisieron hacer del conflicto bélico una guerra de religión, embaucando al pueblo ignorante y conduciéndolo a una muerte que ellos se encargaban de bendecir, del mismo modo que lo hace el religioso que confiesa y absuelve al reo. La escena está llena de gestos que expresan con efectividad el dramatismo del momento. Por ejemplo el lenguaje de las manos, inmerso en la tradición de la pintura religiosa, ayuda a entender la trascendencia de la escena: la tensión de las manos de los verdugos que izan al condenado, las de este mismo que, atadas por la muñeca, hacen un gesto de sumisión u oración, las del cura que autoritariamente bendice y las del ahorcado que, al fondo, permanecen inertes. Los rostros también muestran las diferentes actitudes de cada uno: abatimiento, esfuerzo, sorpresa o poder. El título es también muy elocuente: el paso que conduce a la muerte es tan duro que el condenado no puede darlo por sí mismo. La captación de un momento preciso en el tiempo constituye una de las aportaciones más interesante de los Desastres. No se trata de representar solamente una situación sino de mostrar los signos que nos permitan captar la temporalidad de la escena, de un modo que hoy en día podríamos calificar de cinematográfico. Esta estampa es un perfecto ejemplo de ello y se hace evidente en cómo ha trazado las figuras de los dos ahorcados que todavía se balancean al fondo, tras la escalera. Su inclinación ayuda a comprender que acaban de ser arrojados al vacío desde la escalera, y que quizá todavía tengan un hálito de vida. Frente a esta representación del momento, el resto de personajes de la composición se convierten en antecedentes. Esta fórmula volverá a ser utilizada en otras estampas de la serie y también en El tres de mayo. (Texto extractado de Matilla, J.M.: Duro es el paso, en Goya en tiempos de guerra, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2008, pág. 300)