Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer
1814 - 1815. Aguafuerte, Bruñidor, Buril, Punta seca sobre papel avitelado, 178 x 220 mmNo expuesto
Goya no publicó en vida su serie grabada de los Desastres. Se han señalado diversos factores para explicar este hecho, entre los que la falta de oportunidad política es quizá el más verosímil. ¿Quién estaría dispuesto a adquirir, tras dolorosos años de guerra, una serie en la que desde la primera a la última estampa el lector es testigo de una ininterrumpida secuencia de calamidades a cuál más terrible? ¿Acaso el gobierno involucionista de Fernando VII no habría visto con desagrado que, lejos del espíritu conmemorativo que guiaba el resto de la producción artística de la época, estas estampas propusieran una visión absolutamente crítica con todo aquello que tuvo que ver con la guerra y sus consecuencias, tanto materiales como políticas? No ha de extrañarnos por tanto que Goya guardara los cobres en una caja en la Quinta del Sordo y así quedaran hasta años después de su muerte, siendo publicados por primera vez en 1863 por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Aunque Goya no hizo en vida edición de la serie, conocemos un ejemplar completo encuadernado: el que regaló a su amigo Juan Agustín Ceán Bermúdez y que hoy se conserva en el Bristish Museum. En su portada manuscrita aparece un elocuente título sobre las intenciones de Goya: "Fatales consequencias de la sangrienta guerra en España con Buonaparte. Y otros caprichos enfáticos, en 85 estampas. Inventadas, dibuxadas y grabadas, por el pintor original D. Francisco de Goya y Lucientes. En Madrid". Las fatales consecuencias a las que se refiere el título tienen su antecedente en la primera de las estampas que actúa a modo de frontispicio o declaración de intenciones de lo que se va a ver a lo largo de las 82 que componen la serie. A diferencia de los ciclos conmemorativos de estampas publicadas tras el fin de la guerra, en los que se presentaban los antecedentes políticos inmediatos del conflicto que desembocaron en el levantamiento popular de Madrid, Goya rompe radicalmente con estos métodos narrativos de propaganda y centra su objetivo en el sentimiento de desamparo que embarga al hombre contemporáneo, solo y arrodillado, ante la oscura tragedia que se avecina. Así lo reconocieron ya los primeros críticos como Enrique Mélida o el Conde de la Viñaza, que interpretaron la escena como una alegoría del miserable pueblo español abandonado por sus gobernantes ante la invasión francesa que en forma de seres monstruosos le amenaza en la oscuridad. Lejos del sentido político que caracterizó las estampas propagandísticas de su tiempo, Goya por el contrario mostró en esta primera estampa la quiebra del concepto humanístico de la vida, la crisis que comienza en su época y que va a ser una de las constantes del arte moderno. Para expresar este concepto, el artista seculariza la iconografía de La Oración en el huerto de los Olivos, tema que representará poco después en una pequeña tabla de 1819 que regalará a los Escolapios de San Antón de Madrid. La relación formal entre ambas lo es también conceptual, y vincula la estampa no sólo con esa pintura sino también con otras próximas en el tiempo: La última comunión de san José de Calasanz, El tres de mayo y el dibujo del Álbum G de Burdeos Gimiendo y llorando, en los que Goya expresa la desesperanza y lo irremediable del destino; un destino que aparece simbolizado por negros nubarrones tras los que es posible intuir monstruos y animales de la noche, y que remiten significativamente al Capricho 43 El sueño de la razón produce monstruos. Los cambios producidos entre el dibujo y la estampa, especialmente visibles en el rostro doliente del hombre, contribuyen a clarificar el sentido de prólogo de la serie, que viene a simbolizar la destrucción física y mental del ser humano a consecuencia de la guerra. Grabada seguramente en la época en que realizó la última parte de la serie —los Caprichos enfáticos—, la imagen se sitúa en el mismo contexto de desesperanza que caracterizaba, como apuntó Vega, numerosos escritos contemporáneos sobre el temor de algunos españoles ante la situación anterior a los sucesos del 2 de mayo. (Texto extractado de: Matilla, J.M.: Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer, en: Goya en tiempos de Guerra, Madrid: Museo Nacional del Prado, 2008, pp. 280-281).