Venus
Mediados del siglo XVIII. Lápiz sobre papel, 480 x 337 mmNo expuesto
Descolocada en el Cuaderno de Ajello como la Palas Atenea (D003858) y la Venus (D003860), esta ilustración debía acompañar al dibujo 21 (D003850) en el contexto de la “Diatriba 8”, si seguimos el dictamen de Hübner y del texto manuscrito de B., y esto supondría que Ajello identificaba la presente escultura como una Venus. Sin embargo, Barrón, al comentar la Venus del pomo (E000065) que es el nombre convencional que recibe aun hoy, dice taxativamente: “El abate Ajello elogia en extremo esta estatua y dice que es una Pandora”.
Sea como fuere, la historia de esta bella Afrodita del “tipo Marina”, copia romana de un original tardohelenístico, es bien conocida desde el momento en que aparece en la colección de Cristina de Suecia. Tan sólo oscila, en este punto, la interpretación de su iconografía: en el inventario de bienes de dicha reina es aún una simple “donna ignuda”; pasa a ser “Pandora ignuda dal ventre in su” en la brillante y sensible descripción de la colección Odescalchi, y es embarcada hacia España y acomo “Venere del vaso degl´odori”. Posteriormente, ya instalada en la “pieza tercera” de la galería de esculturas de La Granja, y a pesar de la opinión de Ajello, se impone con fuerza la designación de “Venus”, que pervivirá en los inventarios del Museo del Prado y que, con dudas y alternativas, ha perdurado hasta hoy.
Por lo que se refiere a las restauraciones del siglo XVII, cabe decir que la escultura se conserva actualmente tal como la vio Ajello, con la sola excepción de la cabeza. Fue Salvatierra quien decidió realizar y colocar la testa neoclásica que hoy muestra, retirando por demasiado “barroca”, la compleja cabellera que observamos en el dibujo. Y es lástima que se haya perdido este complemento, o que haya sido retocado: conocemos dos calcos en yeso de la escultura con su cabeza anterior, uno en las escaleras internas de acceso a la Real Academia de San Fernando, y el otro en el Museo de Reproducciones Artísticas de Madrid, y podemos asegurar que se trataba de una obra de calidad muy notable.
El dibujo forma parte del conocido como Cuaderno de Ajello formado por un conjunto de cincuenta y nueve hojas sueltas, con dibujos a lápiz, destinadas a servir de modelo para la realización de una serie de grabados, que debían ilustrar un catálogo descriptivo de las esculturas reunidas por Felipe V y su esposa, Isabel Farnesio, en el Palacio Real de La Granja de San Ildefonso.
Elvira Barba, Miguel Ángel, El Cuaderno de Ajello y las esculturas del Museo del Prado, Madrid, Museo del Prado, 1998, p.102-105