Tanto y Más
1810. Aguada, Aguafuerte, Buril sobre papel avitelado, ahuesado, 162 x 253 mm. No expuestoLa reiteración temática es uno de los recursos que Goya emplea para enfatizar la importancia que concede a determinados aspectos de la guerra y sus consecuencias. Los nexos que establece a través de los títulos refuerzan también esta idea, tal y como se aprecia en esta estampa integrada en una secuencia en la que se muestran matanzas colectivas. A la anterior Será lo mismo, en la que los cadáveres de los combatientes eran retirados ante la desesperación de una mujer, le sigue esta Tanto y mas, en la que los cuerpos se acumulan amontonados a las afueras de una población, de la misma forma que en la siguiente se apunta Lo mismo en todas partes. La vehemencia de Goya se manifiesta en esta repetición de escenas trágicas, y en la capacidad expresiva del lenguaje empleado en los títulos; Tanto y mas, enfatiza la magnitud de la matanza, imposible de ser descrita solo con un adjetivo, por lo que necesita complementarlo con un adverbio comparativo. El método de trabajo de Goya en los Desastres se sustenta en un número no excesivamente amplio de recursos, combinándolos entre sí y logrando diversidad. Tanto y mas es un buen ejemplo de esta técnica que lejos de resultar monótona ofrece una visión variada de un tema. Si en Enterrar y callar asistíamos como espectadores al asco que producía el olor de la muerte en contraste con la belleza del cuerpo humano, en esta estampa vemos los resultados inmediatos de un combate, o quizá de una ejecución masiva a cargo de los soldados franceses. Los cadáveres yacen amontonados de forma desorganizada cubriendo el espacio desde un primer plano hasta el fondo. Inequívocamente españoles, como denotan su indumentaria civil, aparecen en un espacio caracterizado por la presencia evanescente de unas arquitecturas que aluden al contexto rural en el que se produjeron la mayor parte de estas matanzas de guerrilleros españoles. La precisión con la que representa a cada uno de los cadáveres confiere la verosimilitud a la escena. Gracias a este realismo, las víctimas dejan de ser figurines, como hasta ahora había ocurrido en las representaciones bélicas, para convertirse en seres humanos capaces de transmitir emociones o de generar sentimientos al espectador. Los rostros, las posturas forzadas y la rigidez cadavérica son demostrativos de los espasmos propios de una muerte violenta. Como en algunas otras estampas de los Desastres, Goya firmó la lámina en el ángulo inferior izquierdo, añadiendo la fecha de 1810. Visto o imaginado, lo cierto es que esta imagen constituyó un indudable punto de partida para la pintura del dos de mayo de 1808. (Texto extractado de: Matilla, J.M.: Tanto y Más, en: Matilla, J.M. y Mena, M.B.: Goya: Luces y Sombras, Barcelona: Fundación La Caixa, 2012, pág. 214)